El talante liberal
Crónica del Quindío/ Opinión/ Autor: José Jaramillo Mejía/ 24.12.2010
Es bueno advertir, para hacer referencia a los gobernantes, sobre todo para hablar bien de ellos, que no hay de por medio intereses burocráticos, contratos de publicida-d o de prestación de servicios, ni aspiraciones a colocar familiares cercanos en puestos oficiales. “A mi que me esculquen.”
El presidente Santos, en su corto desempeño como mandatario de los colombianos, ha exhibido el talante liberal, que es muy propio de su estirpe. Su tío abuelo fue el presidente Eduardo Santos Montejo, abogado y periodista bogotano, quien compró a su cuñado, Alfonso Villegas Restrepo, El Tiempo, un periódico que había fundado y andaba en dificultades financieras, para Santos ponerlo al servicio de la campaña presidencial de Carlos E. Restrepo, quien finalmente accedió al período 1910-1914.
Hermano del dueño del diario bogotano fue Enrique Santos Montejo, quien se desempeñó por muchos años como jefe de redacción y sostuvo su columna Danza de las Horas, bajo el seudónimo de Calibán. Éste fue el padre de Hernando y Enrique Santos Castillo. El primero, director y mayor accionista de El Tiempo y, el segundo, editor del periódico y padre del actual presidente de los colombianos.
Eduardo Santos cultivó una exquisita cultura humanística, era un brillante orador y ejerció la diplomacia con decoro y eficiencia, además de ser consentido de la fortuna. Calibán, su hermano, era el periodista aguerrido, defensor de las ideas liberales, versátil en los temas, en uso de lo que él mismo llamaba “un mar de conocimientos con un centímetro de profundidad”.
La de los Santos ha sido una trayectoria larga y fructífera, en la ideología liberal, el servicio a la República y el éxito en los negocios, sin que nadie, en su larga vida pública, dijera nunca que alguno de ellos le pisoteó un derecho.
Eduardo Santos fue presidente de 1938 a 1942, durante la República Liberal y en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial. Acogió en Colombia y les dio protección a los exiliados españoles, de ideas socialistas, después de la Guerra Civil Española. Algunos de ellos trabajaron en El Tiempo y fueron beneficiarios de la generosidad de su jefe, quien premiaba la lealtad y eficiencia de sus colaboradores con acciones del periódico, que con el tiempo tuvieron un notable valor.
Don Hernando Santos Castillo fue un oráculo para muchos presidentes colombianos, dados su patriotismo y su pragmática forma de ver las cosas políticas, sin dogmatismos ni odios y menos con exclusiones sociales, raciales o religiosas. Su solvencia moral y el poder que el periódico familiar tenía en la opinión pública le otorgaban una autoridad que ejercía con generosidad, con los ojos puestos en el bienestar común. Su hermano Enrique, en forma discreta pero con el rigor de los principios indeclinables, era el responsable del contenido, tanto de opinión como informativo de periódico, celoso de que se preservaran la verdad, el derecho y la justicia, principios fundamentales del liberalismo.
Lo anterior explica el talante del presidente Juan Manuel Santos Calderón, quien hace uso en sus procedimientos como mandatario de una trayectoria que acopia enseñanzas ancestrales, porque “la experiencia no se improvisa”.
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