EL JAZZ ENCADENADO
Por Carlos A. Valencia O.
EL JAZZ ENCADENADO (220)
Empecemos por el principio (¡Qué inteligente! ¿no?) por aquel jazz que nos cautivó en las décadas de 1930 a 1950. Fueron los años del Swing, de las grandes orquestas, de los tríos, los cuartetos, quintetos en donde descollaba o un clarinete como el de Benny Goodman, un piano como el de Erroll Garner, Fats Waller o Eddy Duchin, o una trompeta estilo Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, Billy Butterfield, Ziggy Elman o Harry James. Todos muy buenos intérpretes e inmejorables arreglistas y directores.
Pero para conformar nuestra historia, darle un matiz que deseo resaltar y hacer comparaciones, escojamos a Harry James y su trompeta. Su interpretación fue una sensación de pulmones y melodía. Fue la locura de los adolescentes de esos años. Su lista de éxitos era larga y hermosa: On the Atchisson, Topeka and the San Fe, Sleepy Lagoon, You’ll never know, Trumpet Rhapsody, I don’t know why, Begin The Beguine, Night and Day. Y me hacen el favor, amables corresposnales y me excusan por tanto título en Inglés, pero la verdad es que quedo corto con tantas bellezas que el Maestro James interpretó en su trompeta, que volvieron locas a varias generaciones de Norteamericanos.
Y no sólo de Norteamericanos sino también Europeos: Alemanes, Franceses, Ingleses, polacos y hasta Rusos. Y ustedes van a revirar cuando digo rusos, pero hasta allí llega nuestro cuento. Pero para continuar debemos dar una reversa en años y en países:
1.938 – Alemania, su Nazismo rampante y su antisemitismo horroroso que convirtió al viejo continente en un coto de caza de judios. Y una de esas familias judías era la de Alfred Rossner, judio Alemán nacido en Berlín y quien emigró hacia Polonia cuando la persecución de judíos se desató en Alemania. Logró llegar a Varsovia con sus padres, su esposa y dos hijas, sus hermanos y su infaltable trompeta que interpretaba a las mil maravillas. Pero poco les duró la dicha, porque al año siguiente los Alemanes, en Septiembre de 1939, le declararon la guerra a Polonia, e invadieron su territorio.
Rossner, que ahora se hacía llamar Eddie emigró a Moscú con su familia y la trompeta que nunca desamparó. Se enlistó en las fuerzas Soviéticas pero su trompeta le dio la oportunidad de cambiar el fusil por la dirección de orquesta. Claro que todo estaba bajo el control del Estado, pero ello no le quitó nunca el entusiasmo a Eddie Rossner para componer, arreglar y dirigir jazz de la mejor calidad.
A esta altura de la narración debemos reconocer que este judío Alemán ahora sovietizado era un monstruo de la interpretación. Fue forjando un futuro muy promisorio dando conciertos a las tropas soviéticas, y más que todo a los altos mandos militares y políticos quienes mantenían llena su agenda de compromisos por lo alto. El triunfo le sonreía y aunque se libraba una guerra sangrienta, el Jazz era el amo en Rusia (cosa extraña) y en los países amparados por la ideología comunista. Parece raro contarlo, pero fue una realidad.
Pero en un país tan grande, con tantos satélites bajo su férula, el Culto a la Personalidad era algo que la política exageraba y que podía convertirse en un enemigo bastante peligroso. Por esos años Josif Visiaronovich Djugasvily, más conocido como José Stalin, era el amo y señor, el centro indiscutido y el Profeta del Comunismo. Su palabra era ley y todo se doblegaba ante su presencia y su palabra. De Stalin para abajo todo debía aparecer en un plano muy discreto.
Y la fama de Rossner que llenaba estadios y hacía trepidar las piernas de los jóvenes soviéticos con sus ritmos sincopados, llenaron de preocupación y envidia a muchos comentaristas radiales y comisarios que empezaron a mirarlo como un enemigo peligroso de la Clase Obrera que se debía eliminar. Tanta fama la consideraban demasiado nociva para los postulados políticos de los años de 1940 a 1950 en la Unión Soviética.
Y empezó el bombardeo de programas radiales que denigraban del jazz, de esa música capitalista y engañosa que bien podría dañar la disciplina y las buenas costumbres de los abnegados Socialistas. Y llevaron a Rossner ante los tribunales para juzgarlo como espía que trasmitía secretos de estado a potencias extranjeras. Todo eso se lo inventaron para hacer callar su música. Lo acorralaron de tal manera que fue a parar a un campo de concentración, sitio sólo creado para encarcelar traidores y judíos. Y Rossner pasó de ser el Director de Orquesta más Popular en Rusia hasta quedar convertido en una piltrafa humana, ejecutando trabajos rudos para poder sobrevivir.
Ni aún así lograron quitarle su afición a la música. Tocaba la trompeta en medio de días helados, sin calefacción, con poca comida y lo hacía para animar a sus compañeros de infortunio, con el fin de levantarles la moral. Logró que el jefe de la prisión le permitiese formar una orquesta. Este señor había sido uno de sus millones de admiradores antes de su encarcelamiento. Utilizó algunos de los prisioneros que habían sido músicos profesionales antes de caer en desgracia junto con otros que no tenían ni idea qué era lo escrito en un pentagrama. A estos últimos los educó desde enseñarles gramática musical hasta pulirles su estilo de interpretación. Una gran labor la que hizo Rossner en los varios sitios a los que fue trasladado pagando su condena de ocho años por delitos que nunca había cometido. Hasta que llegó el año de 1953 en el que murió José Stalin.
A la muerte de su Primer Ministro y jefe indiscutido del gobierno hubo un cambio drástico y conceptual en la política soviética. Algunas cosas mejoraron un poco y muchos presos recobraron su libertad, entre ellos Eddie Rossner, pero no podían salir del país.
Eddie Rossner había perdido a su familia y lo único que le quedaba era su genialidad interpretativa con la trompeta y su deseo de formar una nueva orquesta como la que había tenido a principios de 1940. Intentó conseguir una visa para los Estados Unidos y le fue negada inexplicablemente en varias oportunidades. Entonces optó por regresar a Alemania, su patria que ya estaba libre de aquellos cerebros que maquinaron el inmenso genocidio de más de 4 millones de judíos: Adolfo Hitler, Hermann Goering, Heinrich Himmler y tantos otros que convirtieron a Europa en un Horno crematorio.
Llegó a Berlín sin un centavo en sus bolsillos porque todos los millones que había conseguido con su arte en años anteriores en Rusia fueron congelados por el Estado Soviético. Tocó en muchas puertas pero no encontró apoyo porque la nueva Alemania apenas lograba recuperarse de su debacle militar y financiera. Así que solo e ignorado Alfred (Eddie) Rossner murió en 1956 en su patria.
Estimadas amigas y amigos: la mayoría de los datos de este relato los tomé de un programa difundido por Eurochannel un canal televisivo, más otros tantos datos de mis lecturas sobre la Segunda Guerra Mundial. Pero hay algo más que quiero contarles y que es muy personal:
A principios de la década de 1950 yo tenía un amigo, cuyo nombre no voy a mencionar porque seguramente él no me autorizaría para hacerlo. Trabajamos juntos en producción de programas en Radio Manizales. De un momento a otro decidió irse a vivir a Bogotá y luego de un tiempo recibí cartas en las que me decía que estaba vinculado con un programa de la Embajada soviética en la Capital de la República, algo que tenía que ver con la Fraternidad entre Pueblos Hermanos, naturalmente un programa Socialista. Ahí descubrí que mi amigo había sido simpatizante de ese movimiento político.
Durante unos tres o cuatro años no volví a saber de él hasta que un día regresó a Manizales y tuve la oportunidad de encontrarme con él. Hablamos de lo divino y de lo humano hasta que llegamos a esa parte de su vida que yo quería conocer:
- Oiste Ricardo (nombre supuesto, claro está) ¿Dónde has estado estos últimos cuatro años?
- Viajando por Europa, hermano. Más que todo en lo que ahora llaman “Países de la Cortina de Hierro”.
- ¡No me digás! Contame de esas tierras. ¿Cómo son las cosas por allá?
- Desde mi punto de vista todo eso está muy bien organizado. Pero no quiero hablar sobre ese particular contigo.
- Bueno. Decime entonces qué fue lo que más te impactó en Bucarest, Budapest, Berlín Oriental, Moscú, Praga, Estonia, Letonia, Lituania? ¿Qué fue lo que más te impactó?
- Te lo voy a decir en dos palabras, Carlos: EL JAZZ.
- ¿Cóoomo… el jazz por allá? No, no puede ser. Que me digas que estuviste en Nueva York, Chicago, Nueva Orleáns oyendo jazz en cualquier metedero, te creo. ¿Pero en países Socialistas que lo han considerado una música degradante? ¡No te lo puedo creer!
- Pues váyamelo creyendo, don Carlitos. Estuve en muchos metederos de jazz en muchas de esas ciudades Europeas que mencionaste, y te cuento que las orquestas, conjuntos e intérpretes son tan buenos o quizas mejores que los mismos gringos.
Creo que esta anécdota complementa el relato sobre Alfred (Eddie) Rossner, algo que parece increíble pero que fue cierto. Y para terminar (ahora sí del todo) debo decirle a mis amigos que en los años 60 surgieron en Alemania Federal conjuntos de jazz y orquestas como para quitarse el sombrero. Sólo voy a mencionar tres: la Orquesta de Barnabas Von Gecsy, la Orquesta de Werner Müeller (con su excelente sección de violines) y la Orquesta de Max Greger, uno de los mejores saxofonistas del mundo.
NOS VIMOS.